lunes, 6 de abril de 2015

[Novela] Invaders of the Rokujouma!? Volumen 10 - Epilogo (KoutarouxKiriha)


Epílogo - Montaña rusa en el crepúsculo

14 de Febrero, Domingo.
Febrero 14 -Día de San Valentín- simplemente sucedió que fue en un domingo. Cuando las festividades especiales son tomadas en consideración, la temporada de frio probó no ser un obstáculo ante la popularidad del parque de atracciones lleno de gente. Koutarou y Kiriha se encontraron rodeados de parejas y familias, cuyos rostros se encontraban adornados de sonrisas y jubilo, mientras disfrutaban entre ellos esta rara festividad con la gente que más apreciaban.

—Así que, Kiriha-san, ¿Cuál es el plan? Has mencionado haber encontrado una pista de algún tipo…exactamente, ¿Qué es lo que has descubierto?
—Cálmate un poco, Satomi Koutarou. Hay tiempo para todo, no hay necesidad de apresurarse.
La razón principal por la cual Kiriha había traído a Koutarou al parque con ella en ese día, era para encontrar a alguien. Esta no era la primera vez que algo como esto pasaba, así que Koutarou acepto de buena manera. En cuanto se refiere a Koutarou, después de todo, Kiriha era una querida e irremplazable amiga para él, por lo que no había manera de rechazarla. Además, la persona que ella buscaba era su primer amor; Koutarou no tenía intenciones de rechazar su petición de ayuda. Finalmente, esta vez Kiriha, incluso anunciando que ella obtuvo una pista al fin, la cual hizo que su deseo de encontrar a esa persona fuera más entusiasta.
Kiriha lideraba mientras se abría paso hacía el parque, Koutarou la seguía justo detrás. Mientras los dos hacían su camino hacia las profundas partes del parque, Kiriha continuó liderando, jamás dándole  importancia a la pista de su eventual destinación. Una sonrisa muda era su respuesta ante la vista llena de confusión de Koutarou.
«Aun así……algo parece fuera de lugar…»
Mientras Koutarou observaba la espalda de Kiriha enfrente de él, fue golpeado por la impresión de que algo era diferente. En el momento en que había partido de los apartamentos Corona, el sol ya se había ocultado, y los profundos rayos color naranja que dejaba, dibujaban largas sombras que se miraban detrás de él. La visión obtenida de ese momento, que llegaba a sus ojos, le trajo algunos recuerdos e indescriptibles sentimientos de nostalgia quemaron su pecho.
«Esto se ha de deber a que hemos hecho esto muchas veces.»
Este apenas y era la primera vez que Koutarou visitaba este parque con Kiriha. Con la excepción de la primera vez que visitó este lugar en su “cita”, ellos habían realizado viajes similares en numerosas ocasiones buscando a ese alguien. Quizás era debido al hecho de que su cita dejó un gran impacto en él, que ese sentimiento de familiaridad surgió dentro de él. Cual fuere la causa, era indiscutible que ese escenario delante de él, lo llenaba lentamente con una profunda  nostalgia. Un recuerdo de algo ya pasado, o algo que le había hecho madurar de una manera inmensurable. Mientras seguía a Kiriha, Koutarou busco en su memoria, la fuente de este sentimiento.
—Hemos llegado.
Kiriha se detuvo ante una de las atracciones divertidas del parque. Ella, dándose la vuelta para estar cara a cara con Koutarou, teniendo una expresión de excitación y con una sonrisa radiante mientras observaba a toda la gente, como una niña ansiosamente esperando en la línea.
—Esto es…
La atracción ante él no era otra más que la montaña rusa. Él alzó su cabeza, logrando ver un tranvía cargando pasajeros, mientras recorría un camino a gran altura.
—Esto es lo que quiero hacer hoy.
—Espera. Estuviste planeando en subirte a esta atracción con tu primer amor, ¿No es así? No me digas que te has rendido en tu búsqueda.
Koutarou rechazó rotundamente su proposición.
Kiriha y Koutarou habían acordado previamente que su primer viaje en la montaña rusa seria con su primer amor. Sí, en algún momento más delante, ella abandonara la búsqueda de “él”, o “él” rechazará su confesión, entonces Koutarou tomaría el lugar de esa persona. Por esta razón, Koutarou la rechazo sin pensarlo dos veces.
—Lo has entendido mal. No, creo que he encontrado a la persona que he estado anhelando todo este tiempo: Onii-chan….
……Onii-chan…
En el segundo en que esa palabra fue dicha, en la mente de Koutarou, una silueta diferente se sobrepuso ante la de Kiriha.
«¡Esta decidido! ¡Onii-chan, subámonos a esta la próxima vez!»
«¡Es el que va por aquí y allá –woosh– y pasa rápido por todos lados!»
Esa joven niña de apenas 6 años que había conocido hace un mes antes, esa pequeña y joven niña con la cual había pasado algunos de sus días. Esa figura tan familiar desapareció por un instante, dejando solamente la esencia de Kiriha parada ante él, pero Koutarou tenía la certeza de haberla visto a ella con toda seguridad.
«Espera, no me digas….No, no es posible…Simplemente es demasiado para que sea una coincidencia, ¿Cierto?»
Koutarou estaba enmudecido, un pensamiento tomó lugar en su mente – un pensamiento que él inmediatamente rechazo.
Siendo honestos, esta era la primera vez que un pensamiento como ese se le había pasado por la cabeza. Como sea, él, más que nadie, sabía cuan absurda era esta idea. Inclusive Koutarou, de alguna manera para él, que se podría decir que el intelecto no era su punto fuerte, era consciente de que una cosa como esta había burlado las leyes de causa y efecto.
Y así, sin saber qué es lo que debía de decir o hacer, Koutarou se quedó en blanco y aturdido.
Mientras Koutarou forcejeaba para encontrar las palabras y hablar, Kiriha estrechó su mirada y habló con pausa:
—Tú sabes, desde que vine a la superficie, he estado buscando a esa persona de una manera errónea. Ese es el por qué nunca he logrado ningún avance.
Su manera de hablar difería de la manera habitual. Aunque ella se mantenía refinada como siempre, ella había abandonado todas las formalidades, y habló como cualquier otra chica de su misma edad. A pesar de ello, Koutarou fallo en detectar la diferencia; ciertamente, esta manera de hablar lo golpeó, naturalmente. Esto era, después de todo, la manera en que una chica normal hablaría. Ella simplemente era muy madura para otras de chicas de su edad.
—Hace 10 años, cuando nos conocimos, él tenía la misma edad que la que tengo yo ahora. Por consiguiente, supuse que su madre debería de estar entre sus 30 o sus 40. Usando esa suposición, he estado buscando mujeres en esa situación demográfica quienes hubieran sido víctimas de accidentes de automóviles, pero siempre fallaba en convertirlo en algo sustancial.
Kiriha había planeado en utilizar a la madre de esa persona como punto de partida para buscar a su primer amor. Asumiendo que la persona que ella buscaba era un chico, y que rondaba por los 15 años, y que su madre tendría al menos 15 años más que él, ella comenzó a buscar por mujeres que al menos tuvieran 30 y que hubieran tenido un accidente automovilístico hace unos años atrás. Aunque, si bien ella había manejado bien el asunto para encontrar a varias personas que encajaran con la descripción, al final, ninguna de ellas estaba relacionada con su primer amor.
—Cuando las pruebas fueron infructuosas, lo intente de muchas otras maneras, pero todas fueron en vano como ves. Comencé a dudar de mi misma, cuestionándome si de verdad esa persona existía o no. ¿Quizás simplemente soñé con él?
La diligente Kiriha había estado buscando, aunque no en vano. Frustrada y desesperada, ella comenzó a dudar sobre sus memorias.
—Pero… ¡Pero! Hace unos cuantos días, encontré esto…
Como si las lágrimas desgarraran sus ojos, Kiriha tiró algo de su bolso.
—Y finalmente,  finalmente entendí por qué  jamás pude encontrarlo….El por qué jamás encontré cualquier registro relacionado con el accidente de su madre…
Sosteniendo rápidamente con su agarre, se encontraba un collar hecho de dientes de animales y gemas.
—E-eso es…
Mientras él miraba lo que ella sostenía, Koutarou se dio cuenta de que no podía respirar. El collar que ella sostenía no era otro más que el recuerdo que él mantenía escondido en su closet. Ambas cosas, el collar y la historia que ella relató testificando que el deseo de Koutarou de rechazar esa imposibilidad, no era más que la verdad.
—No me asombra que no haya podido encontrarle jamás. Atrás cuando él era apenas un chico de seis…
La suposición original de Kiriha era errónea. La madre del chico de sólo seis, era más como si estuviera en sus 20, y por lo tanto había sido excluida de su búsqueda. No podía ser culpada por ese error, aunque. En los registros era de seis años, y la persona que ella estaba buscando era de dieciséis – ¿Quien habría podido suponer que esto pudiera tener una conexión?
—Este es el recuerdo que yo le di a él en nuestra despedida.
Si el chico ciertamente tuviera seis años en ese mismo tiempo, entonces un sólo individuo tenía los nuevos requerimientos. Esto era algo que ella había confirmado por sí misma. Sumado al collar, lo que era imposible ahora tenía una alta probabilidad, probablemente más. En este mismo momento, Kiriha visualizó la confirmación final, la verdad del hecho que ella había estado buscando durante tanto tiempo.
—Como agradecimiento por esta carta, la cual me la dio él, yo le di a él este collar como muestra de mi agradecimiento.
Sacando algo dentro de su bolso, Kiriha sacó una tarjeta.
Una tarjeta brillante, pero la capa refractiva parecía estar algo desgastada; esta tarjeta era vieja. La tarjeta mostraba el visado de un superhéroe con un motivo de escarabajo, la superficie estaba empañada con caracteres escritos con un marcador.
Koutarou efectivamente había visto esa tarjeta antes, y era más que familiar con esos caracteres inscritos en la superficie. La joven chica de seis años un mes antes había conseguido sólo una tarjeta de esas.
—Este collar era un recuerdo de mi madre. Yo se lo di a esa persona, rezando para que mi madre pudiera cuidarlo en mi lugar, manteniéndolo alejado de las lágrimas de  soledad.
Kiriha sollozó. Kiriha, quien jamás había revelado sus verdaderos sentimientos en público, ahora estaba parada frente a él, llorando. Su expresión era una combinación de júbilo y pena, una aplastante emoción causó que sus lágrimas fluyeran sin parar. Sus lágrimas se deslizaron por su mejillas, la reflexión del agua añadida a los rayos del sol crearon una radiante escena de un riachuelo descendiendo desde su cara.
—Durante estos 10 largos años, siempre me he preguntado… ¿Él era feliz? ¿Él se sentía solo…?
Kiriha parecía incapaz de poder controlar sus emociones desbordantes. Su cuerpo temblaba, sus rodias también, y ella parecía como si fuera a colapsar en cualquier momento. El menor contacto y ella podría colapsar.
—Así que, ¡Respóndeme, Koutarou! El dueño de este collar…. ¿Él es feliz? ¿O él se siente…solo?
Esta era la razón por la cual Kiriha había estado buscándolo con tanta desesperación. La felicidad de aquel que ella buscaba era su principal preocupación, sus propios sentimientos, pero una idea tardía a fin de cuentas.
Hasta este día, Kiriha aún lo amaba profundamente, pero ella no preguntó por sus sentimientos. Después de todo, él tenía su propia vida. Tal vez él tenía una novia, tal vez una esposa. Kiriha no deseo interrumpir en su vida, mientras pudiera transmitir los sentimientos que ella tenía durante estos diez años, eso era suficiente.
No, lo que ella deseaba más que todo, era saber si él era feliz, o si él se sentía solo. Esta era la plegaria que ella confió junto con el collar, el deseo con el que ella llenó la carta. Hasta que la respuesta llegara, ella no fue capaz de progresar tan siquiera un paso, nunca fue capaz de moverse y buscar su propia felicidad.
—Hmmm… ¿Puedes pararte por ahí por mí?
Enfrentándose ante esta pregunta tan crítica, Koutarou eligió no responder, en su lugar entrecerró los ojos y señalo a sus espaldas. Respondiendo con una solemne expresión y tono, se logró recuperar de su shock inicial.
—¿Huh…? ¿Huhhhhh?
A diferencia de Koutarou, quien había recuperado su calma, los sentimientos de Kiriha todavía se encontraban en un caos. Deseando una respuesta de Koutarou, su respuesta había salido de la nada para ella.
—¿Así?
Su confusión a pesar de todo, hizo que ella retrocediese unos cuantos pasos debido a lo directo que fue. El lugar indicado por Koutarou era el cartel de la montaña rusa, a la cual se dirigían.
—Sí, así está bien.
Esperando hasta que ella terminara de moverse, Koutarou la siguió.
—Ah…
Mientras Koutarou se aproximaba lentamente, la ansiedad de Kiriha entró en aumento, aferrándose al collar y la tarjeta que tenía en sus manos con aún más fuerza. Aunque, tal reacción era de esperarse. Incluso si ella tenía varias piezas de lo que parecían ser una prueba decisiva, todavía no era una probabilidad al 100%. Todo lo que ella podía esperar eran las siguientes acciones de Koutarou con aprensión.
—Mm.
Pasando por alto la ansiedad de Kiriha, Koutarou sonrió e inclino la cabeza. Su mirada no se enfocaba en su persona, sino en el letrero detrás de ella. Volviéndose para mirar atrás de ella, ella alcanzó a ver lo que estaba buscando.
Niños menores de 140cm de altura no pueden montarse en esta atracción.
Escrito en el letrero se encontraban algunos puntos de notificación, así como un aviso y una ilustración representando la estatura en cuestión.
Esas palabras le llenaron de felicidad, Koutarou extendió la mano sobre su cabeza.
—Realmente has crecido, Kii-chan.
Encontrándose con sus ojos, la mano de Koutarou jamás había acariciado con tal ternura sobre su cabeza.
—Ah…
Con esto, Kiriha se dio cuenta de que lo que ella sentía estaba realmente en lo correcto. Una oleada de emocione surgieron a través de ella, dejándola sin habla. Sin palabras, su boca entreabierta y entrecerrada, no dejo escapar nada.
—Esta vez debe de estar bien, ¿Cierto?
La línea describiendo la altura de 140cm alcanzaba con dificultad los hombros de Kiriha.
Por lo menos, ellos no volverían a ver lo que se repitió en aquella ocasión, cuando un trabajador no los dejo subirse a la atracción.
Mientras pensaba en regresar de aquel momento tan embarazoso, una sonrisa involuntaria toco los labios de Koutarou.
—En serio, has crecido mucho. Casi no fui capaz de reconocerte.
—¿O-Onii-chan? ¿Realmente eres tú, Onii-chan?
Kiriha una vez más estaba siendo impulsada más allá de sus palabras. Sus sentimientos de euforia la dejaron temblando de júbilo, con una fiebre de excitación.
—Sí, soy yo.
Koutarou asintió con la cabeza. Aunque, si bien la imposibilidad de lo que acababa de ocurrir, llenó a Koutarou de sorpresa, en lo que a él concernía, este no era más que un mes y medio fuera. Simplemente no había manera en que sus sentimientos de estado de shock superasen a los de Kiriha, para quien habían pasado 10 años. Además, la vista de Kii, ahora –«Kiriha»– sollozando, le recordó a la encantadora chica que había llorado por él. Koutarou se dijo a si mismo que tenía que ser fuerte, y que debía de mantener la calma, especialmente mientras ella lloraba. Por esta razón, Koutarou era capaz de observar a Kiriha con una vista apacible.
—Ah…
Repentinamente las rodillas de Kiriha cedieron, y perdió su balance. La furia de sus sentimientos la dejaron sin energía, y ella parecía lista para colapsar en cualquier instante.
—Cuidado.
Koutarou inmediatamente la alcanzó y la cogió en brazos.
«Aunque ella creció mucho, sigue tan delicada como antes.»
Siendo capaz de apoyar a aquella quien lo había apoyado con anterioridad, un sentimiento de inmensa gratitud corrió atreves de Koutarou. Kiriha envolvió sus brazos alrededor de Koutarou,  agarrándolo como si esa persona fuera su salvavidas.
—…Onii-chan, eres realmente Onii-chan…
Kiriha se acomodó entre los brazos de Koutarou, como una hija lo haría con su padre. Koutarou se enderezo a sí mismo, soportando su cuerpo con todas sus fuerzas.
—Eres una niña tan vivaz como en aquel entonces. De todos modos, no eras tan mimada como lo eres ahora.


Con Kiriha envuelta en sus brazos, Koutarou no podía ayudar, pero sonrió. La Kiriha ante él  era efectivamente más infantil.
«Aún no me puedo creer que ella realmente sea Kii-chan…»
La Kii escondida en lo profundo del corazón de Kiriha, finalmente había emergido. Había ocasiones pasadas en las que Kiriha había mostrado aspectos de la personalidad de Kii, pero desde que Koutarou sabía acerca de Kii, jamás se salió de lugar. Aunque, si bien era algo que jamás se lo creería debido a la rudeza, se sentía bien. Dentro del corazón de Koutarou, las figuras de Kiriha y Kii comenzaron a emerger.
—Tonto. ¡Aunque, si bien sólo ha sido medio mes para Onii-chan, han sido diez largos años para mí! Qué hay de malo con que sea mimada un poco, moo…
Los brazos de Kiriha cubrían alrededor de su torso, sujetándolo a él de una manera hermética, como si compensara diez años de sentimientos. Dentro de su corazón, ella renovó su plegaria.
Ella se aseguraría de que Koutarou no se sintiera solo otra vez. Ella había emocionado su corazón.
Koutarou había apoyado con anterioridad a ambas, Kii y Kiriha; esta vez, era su turno de apoyarlo a él. Su sentimiento de amistad por su íntimo amigo Koutarou y su sentimiento de amor por su Onii-chan se juntaron. El deseo de sus dos mitades emergió y se sublevaron, manifestándose en un juramento incondicional.
—Mi culpa, mi culpa. Muy bien entonces, lo que quieras preguntar hoy, te lo haré saber. ¿Hacemos eso?
—¿Lo que sea que pregunte?
Kiriha lo miró con una sonrisa maliciosa.
—Seguro.
—¿No estás preocupado de que pregunte algo loco?
—No. No eres ese tipo de persona.
—Hehe~
Kiriha se rio felizmente. Una vez más se acomodó dentro de los brazos de Koutarou, y apaciblemente le susurró en su oído.
—Onii-chan, aún no has respondido a mi pregunta. Respóndela primero y luego hablaremos.
Lo que ella quería saber era: ¿Él era feliz?
Sinceramente, ella ya lo sabía. Hace diez años, mientras Koutarou había comenzado los preparativos para su regreso a casa, él ya le había dado su repuesta. Teniendo un lugar al cual volver, y gente por la cual regresar, era algo feliz.
Sin embargo, Kiriha quería escucharlo de él. Durante estos  10 meses, había ella, Kiriha, ¿Le había protegido? Desde el periodo de hace dos semanas, ¿Kii había resguardado su memoria por él? ¿Kiriha y Kii habían reconfortado su corazón, o ellas habían sido las únicas beneficiadas de conocerlo? Ella deseaba escucharlo claramente y con franqueza salir de su boca.
—Eso, huh.
Con una sonrisa irónica, Koutarou miró hacia el cielo mientras aclaraba sus pensamientos. Los diez meses desde que conoció a Kiriha, así como cada día desde su regreso… ¿Qué significaba todo eso para él? En lo que se refiere al Koutarou de ahora, esa era una pregunta fácil de responder.
—…El dueño de ese collar no es el más listo. Quiero decir, ni siquiera fue capaz de reconocer quien era la que estaba parada frente a él, sin mencionar que él siempre está metiéndose en peleas con sus amigos.
Koutarou le sonrió a Kiriha. Ya sea su sonrisa o su tono, ambos habían cambiado, casi como si estuviera hablándole a una niña ahora.
—Pero en el instante en que se separaron, no pudo evitar extrañar sumamente su vida pasada, por lo tanto, luchó con todo lo que tenía para regresar. Así que si tuviera que decirlo… esa persona definitivamente es feliz, o al menos, no hay manera de que esté solo.
Koutarou había optado intencionalmente a hablarle en tercera persona; para él, mostrar directamente sus sentimientos era un poco vergonzoso después de todo. Especialmente porque la persona parada ante él era uno de los factores principales en su deseo de regresar, eso hacia todo aún más vergonzoso.
—Estoy feliz… Estoy tan feliz…
A Kiriha no le importó en absoluto. En el instante en que él había pronunciado la palabra “feliz”, su corazón había sido inundado por una ola de felicidad y sus lágrimas fluyeron desenfrenadas de sus ojos mientras ella lo sujetó fuertemente con un abrazo.
Ahora era muy claro para Kiriha.
Ya no tenía que preocuparse sobre si su primer amor era feliz o no. A partir de ahora, podría enfocarse en convertirse en un pilar de fuerza para Koutarou. La sonrisa en su cara era su mayor consuelo y proteger esa sonrisa ahora era su responsabilidad.
Y así continuó abrazándolo fuertemente mientras las lágrimas fluían sin cesar. Aunque tenía que decirse, que ya sea que Kiriha lo hubiera notado o no, el camino que había elegido no había cambiado.
—Aunque en serio, todavía no puedo creer que tú eres Kii-chan…
—Eres muy lento. Eso es algo que pasó hace medio mes y apenas te estás dando cuenta.
—Lo siento.
Kiriha se acurrucó contra él y continuó llorando. La gran cantidad de sentimientos que había acumulado a lo largo de los años de repente buscó liberarse y tomaría algo de tiempo antes de que fuera capaz de tranquilizarse. Koutarou, entendiéndolo, simplemente la abrazó, sin hablar, hasta el momento en que sus lágrimas se detuvieron.
Después de algo de tiempo, Kiriha finalmente se tranquilizó. Ella retrocedió medio paso y miró a Koutarou.
—Onii-chan.
Mientras hablaba, sus ojos se entrecerraron.
—¿Mmm?
—Me he topado con un enigma.
Kiriha le colocó el collar que llevaba en la mano a Koutarou. Por la forma en que ella lo veía, ese era el lugar al que pertenecía.
Entonces agitó su tarjeta hacia Koutarou antes de sostenerla en su pecho, como si indicara que ese era el lugar al que pertenecía.
—¿Y cuál sería?
Incluso mientras hablaba, las lágrimas continuaron escapándose de sus ojos. Escurriéndose por sus mejillas, mojaron sus manos y el collar de Koutarou. Suavemente, él estiró el brazo y secó las lágrimas de sus ojos. Su preocupación por ella hizo extremadamente feliz a Kiriha y apretó sus ojos para detener el fluido.
—La Kiriha y Kii dentro de mi corazón están en desacuerdo entre sí. Kiriha quiere molestarte, pero Kii sólo quiere ser mimada por su Onii-chan.
—¿Eso es todo? Entonces no hay nada de qué preocuparse.
Koutarou suspiró y se encogió de hombros con impotencia.
—¿Qué quieres decir?
Kiriha ladeó la cabeza con perplejidad, una acción que hablaba claramente de Kii. Aunque la expresión que tenía era la misma de siempre, Koutarou, no obstante, fue atacado por la impresión de que ella parecía extremadamente joven.
—¿No me digas que no has notado cómo están mirándonos todos? Creo que están culpándome por hacerte llorar.
La manera en que Kii y Kiriha querían que Koutarou las mimara lo había puesto en un embrollo. Ya sea Kii o Kiriha, al final el resultado era el mismo.
—Me hiciste llorar.
Kiriha reveló una sonrisa traviesa antes de abrazarlo casi de la misma manera en que Kii lo haría. Los aspectos de Kii y Kiriha de su persona se habían unido para molestar a Koutarou. Dicho esto, Koutarou era la única persona a la que ella trataría así voluntaria y felizmente.
—Será mejor que nos movamos.
Koutarou susurró en los oídos de Kiriha.
Extrañamente, incluso con Kiriha pegada tan cerca de él, el corazón de Koutarou estaba tranquilo. Quizás por el hecho de que sus sentimientos por Kii y Kiriha se habían unido, lo habían hecho capaz de aceptar esta situación. La impresión que ella le daba ahora lo hacía sentir como la de Sanae.
—¿A dónde?— Kiriha preguntó con sus ojos cerrados.
—A la montaña rusa, por supuesto. No creo que pueda soportar las miradas de todos por más tiempo.
Lo que preocupaba a Koutarou no era Kiriha abrazándolo fuertemente, sino más bien las miradas de las personas alrededor de ellos.
—¿Dependiendo de las atracciones de un parque de diversiones para hacer feliz a una chica? Esa es una manera muy superficial de pensar, ¿no?
Kiriha levantó la cabeza con una sonrisa y soltó a Koutarou. Aunque se burló de él con sus palabras, dentro de su corazón, ella también estaba emocionada ante la perspectiva de subirse a la montaña rusa. Después de todo, había estado esperando este momento por diez años.
—Eso no es lo que quería decir. ¿No te lo dije antes? Para ser honesto, realmente tengo ganas de subirme a esa cosa… En pocas palabras, realmente quiero subirme por mí mismo.
Con eso, Koutarou comenzó a avanzar. Kiriha lo siguió, con su cabeza apoyada en sus hombros. Los dos parecían una pareja de enamorados mientras se abrían paso a la entrada de la montaña rusa con pasos vivaces.
—Por cierto, Onii-chan, ¿Eso era para mí? ¿Kiriha? ¿O eso era para Kii?
—No lo sé. ¿Hay alguna diferencia?
—Jaja, no importa. Te perdonaré esta vez. Tanto Koutarou como Onii-chan, en verdad se avergüenzan fácilmente.
—Oh, cállate.
Mientras la noche caía, la temperatura descendió bruscamente en este día de febrero. Con la puesta del sol, el clima invernal se acercó cuando el anochecer llegó. Un parque de diversiones se tiñó de un color carmesí profundo mientras era bañado con la luz de la puesta del sol. Una montaña rusa de alta velocidad.
Nada particularmente notable sucedió ese día. Un joven usando un collar de estilo tradicional y una joven sosteniendo una carta anticuada en sus manos, subieron juntos a una montaña rusa.
Una escena de vacaciones ordinaria como cualquier otra.

Y sin embargo, un cambio crucial había tomado lugar en la relación entre los dos.

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